He tenido la oportunidad de escribir junto a Casiana Monczar de Grapat Joguines varios artículos relacionados con el juego infantil y siempre he aprendido mucho de ella, es una gran experta y conocedora de los procesos infantiles y el juego. Por fin ha llegado el momento de ficharla como colaboradora habitual del blog, así que mensualmente Casiana compartirá con nosotros un artículo que nos ayude a todos a entender y acompañar el juego infantil.
¿Te gusta lo que lees?
Si te está gustando, suscríbete gratis a mis Revelaciones por WhatsApp.
Esta vez nos invita a reflexionar sobre el desorden y el caos en el espacio de juego, ¿lo toleramos?, ¿lo restringimos?, ¿lo aceptamos pero no llegamos a entenderlo?… Es un tema que francamente todos nos topamos cuando acompañamos, aunque sea como observadores pasivos, a un niño o niña en su juego. Sus reflexiones no te dejarán indiferente.
Te dejo con ella…
¿Qué es el desorden en el espacio de juego?
Cuando un niño juega puede haber una gran expansión en la relación material/espacio: canicas repartidas por el suelo rodando cuando las pateas dando golpes en los muebles (francamente incómodo), trocitos de papelitos que no quieren tirar… el desorden, todo por el suelo, todo fuera del lugar preestablecido para ese objeto. Sin embargo, cuando permito –a veces requiere un esfuerzo y hasta un ejercicio de meditación para no caer en un grito salvaje– podré ir observando como poco a poco esa canica va encontrando su propio lugar en el juego, pasando a ser guisante, burbuja…
Ahora bien, permitirlo siempre significa conectar, mirarse hacia adentro y valorar si estoy cómoda, si me siento a gusto conviviendo con mil y un objetos que pueden estar por el suelo sin orden ni concierto desde la mirada del adulto. Pero si permitimos debemos hacerlo desde el corazón, no desde la resignación, porque si es desde aquí, luego pueden aparecer demandas o reproches desplazados.
Foto del evento #creando Mini Mundos BCN Joguines Grapat
¿Qué lugar ocupo como adulto en el espacio físico?
Frente a este caos lleno de significado, y desde una actitud activa pero no intervencionista, suelo decidir varios caminos;
¿Te gusta lo que lees?
Si te está gustando, suscríbete gratis a mis Revelaciones por WhatsApp.
El más habitual es ponerme al servicio del juego, en silencio y ocupando físicamente la menor cantidad de espacio posible (esto también es no intervenir).
¿Y qué significa esto?
Que desde este lugar podré valorar observando qué material estorba más que aporta, y lo retiraré siempre dejándolo disponible.
Se hace bastante evidente cuando algún material lo siguen necesitando, solo con acercarme sus ojos se levantan y me miran diciendo que no. A veces no hace falta ni palabras, se puede percibir una reacción parecida a cuando alguien te arrebata algo de las manos.
Otras veces ni siquiera me han visto, señal de que ese material concreto no les hace ninguna falta en ese momento. Con este gesto de “pre-recogidas” enriquezco su juego dándole un plus de calidad, porque pasa a estar más armónico, libre, espacioso, bello, y esto también nutre.
¿Cuáles son los límites dentro del espacio de juego?
A veces escojo una opción más radical: dejar hacer.
Casi sin ningún límite salvo los básicos de no hacernos mal a nosotros mismos, a los nosotros, al material y al espacio –para valorar hasta dónde puede llegar el “caos”-. Y casi siempre compruebo que ellos mismos encuentran su límite, apartan material, buscan espacios liberados y vacíos.
Cuando la expansión del caos según mi mirada es demasiado elevada, verbalizo: «Veo que hay demasiadas cosas por todos lados, iré recogiendo.» Y aquí quería compartir mi forma de hacer que puede o no ser válida para todos: en esos momentos recojo yo, yo sola.
¿Y por qué?
Porque estoy al servicio del juego, estoy disponible, y ellos están ocupados, o así lo veo yo, en plena sesión de juego y considero que nada debería interrumpirlos. Esas “pre-recogidas”, las considero una parte de lo que llamamos favorecer un entorno adecuado.
¿Y cómo es el momento de recoger?
Diferente es cuando el juego acaba, tanto sea por decisión suya propia o porque llegó la hora (previos pre-avisos) de ir a la ducha por ejemplo.
Aquí llega el momento de los acuerdos:
- ¿Puede quedar algo montado?
- Ese dejar montado, ¿es un huida para ahorrarse la recogida?
- ¿O hay interés real para darle continuidad al juego más tarde?
- ¿Es solo un afán de conservación porque la creación les gusta y le han dedicado mucha energía?
Acordamos la extensión, en casa no es válido que los espacios comunes queden invadidos porque no estarían disponibles para el resto de la familia.
Acordar requiere un rato de dedicación, de mirada, de darle voz a todos: “La creación puede quedarse montada hasta aquí porque esta es la sala donde yo a la noche trabajo. “… “Pero mamá, es que la familia de perritos quiere dormir juntos.”, “Así a mí no me va bien, ¿se te ocurre otra opción?”.
Acordar implica movernos de nuestro lugar, de nuestros intereses, y poder escuchar al otro. Abrazo mis necesidades y contemplo las del otro, y esto es una oportunidad preciosa para conectar con nuestros hijos.
Rebeca Wild dice en uno de sus libros que da un aviso con antelación: “Media hora antes de la cena tiene que estar todo otra vez en su sitio. Ya os avisaré con tiempo.” Comparto esta idea, y a la vez quería compartiros cómo lo hacemos en casa:
En casa los adultos siempre ayudamos a recoger
SIEMPRE.
Y esto tiene una razón: Recoger no suele ser la parte más agradable para ellos y yo en mi posición activa con su juego me siento parte, y por lo tanto siento obligación también de recoger con ellos.
Nunca a hacerlo sola (salvo en las pre-recogidas que mencioné antes).
A veces me he preguntado si este deshacerse de la propuesta de juego no tiene una carga como de pérdida. A pesar de permitir que queden propuestas montadas de un día para otro, tarde o temprano se deberá recoger, y considero necesario acompañar esos momentos como cuando un día perdieron a su muñeco preferido o como cuando un juguete se rompe… O como cualquier otro momento de la vida donde se mueven emociones del tipo pérdida o separación después de una fusión.
Y en el recoger hay alegría, no disgusto y reproches, es una especie de danza plena de momentos dulces, hay escucha, hay encuentro: “Mama en este árbol el mono se balanceaba de una rama”. “¡Veo que en este parking caben mucho coches!”…
¿Y cuando su propio orden se antepone al nuestro? 
¿Qué pasa cuando su propio orden es caótico desde nuestra mirada de adulto?
En casa intentamos tener clasificado el material, un contenedor por cada concepto, piedras con piedras, elementos de cocina… Bajo mi criterio, porque soy yo quien organiza el espacio de juego en función de lo que percibo que son sus intereses. Pongo, quito, retiro de su espacio visual.
Y un buen día ellos quieren organizar por color y eso significa que la lana cardada sale de su lata para ir a convivir con una pajita amarilla del zumo. Y la cuerda amarilla sale de la caja de disfraces para ir a la caja amarilla… ¡Y la ficha amarilla del juego de la Oca! Delante mío veo el caos total: ¡ha llegado la revolución! ¡He perdido el control!
Y vuelvo a lo mismo, me hago la pregunta: ¿permito o no permito?
Tal vez retirar de la caja la ficha del juego de la oca no, porque en ese caso el juego estará incompleto para jugar la próxima, el resto puedo contemplarlo, sí, me permito como madre romper mis estructuras y ver dónde me llevan las suyas… Y normalmente me aportan profundos aprendizajes, me vienen grandes temas como: ¿por qué mi estructura de adulto es más válida que la suya de niño?
El resultado:
Un aparente caos desde mi mirada, sin embargo un orden pulido visto por sus propios ojos. He puesto un límite de un estante para su propia clasificación, reconozco que sino la sensación de caos me hubiera superado. Pero ese estante -este que ven en la foto – tiene sentido para él, sabe en qué cajita concreta está el trocito de lana, y esto remueve otra vez la pregunta de: ¿por qué mi sentido del orden es más legítimo que el suyo?
Fundar un orden sobre el caos o vacío: eso es jugar-. G. Scheines.
23 respuestas
Me ha encantado e inspirado muchísimo este post!!! Mil gracias!!
Me alegro! De eso se trataba.
Gracias Silvia!
Es un artículo maravilloso, muchísimas gracias.
Es inspirador!
Muchas gracias!! Me alegro que inspire 🙂
Mi problema es que mi peque de 6 años se escaqueaba a la hora de recoger y terminaba recogiéndolo todo yo. Teníamos acuerdos como tú recoges esto y yo esto otro, pero pasó a ser casi una obligación donde ella ponía las condiciones. Un día me planté y le dije que no recogía más, pero si estaría a si lado mientras lo hace, al menos por un tiempo, la idea es que ella sea totalmente autónoma.
Buen artículo
Lady D, gracias por compartir. Como adultos tenemos que estar cómodos con los acuerdos, de eso se tratan. Y si no lo estamos hay que revisarlos.
Te dejo una frase de una gran maestra: Cuando recoger se hace pesado, será que hay demasiadas cosas.
Una opción es retirar materiales, es una buena opción que hace que todo sea mas ligero.
🙂
Me alegra leerte Casiana. Das ideas muy útiles para el día a día y siempre buscando en el interior y mirada de cadauno. Un abrazo.
Guapa!! Me alegro que sirva. Y aprovecho para felicitarte por tu maternindad :-))
Un abrazo
Gracias por este necesario escrito. Me ve o muy reflejada en el porque mi actuacion es muy similar a la tuya però siempre tenia duda s de si estava haciendo bien. Ahora ve o quexeste bien o no hay alguien mas que lo hace así. ….de momento ànima y refuerza. Gracias
Silvia! Me alegro que te de consuelo 🙂
Creo que cada uno tiene que encontrar su propio lenguaje y su propio camino.
Un abrazo
Me ha gustado mucho tu visión!
A mi a veces como adulta superordenada y meticulosa que soy me cuesta un poquito entender sin intervenir en ese «orden dentro del caos» que tiene mi hijo cuando juega. Poco a poco voy relajandome, pero cuesta el cambio de chip.
Yo también hago esa «pre-recogida» de retirar juguetes o elementos que aparentemente no está usando y cuando toca recoger, me ha ido muy bien empezar a hacerlo cantando la cancioncilla que cantan en su cole al recoger «a recollir, a recollir, que totes les joguines se’n van a dormir». Es como un ritual de recogida que he incorporado en casa y nos va muy bien.
Cuando está muy enfrascado en el juego y hay elementos dispersos por todo el salón pero no puede recoger porque es muy muuuy importante, le delimito un espacio concreto: fuera de la alfombra de juego no puede haber ningún juguete, y normalmente funciona.
Gracias por el post, muy enriquecedor!
Paz: Gracias por compartir!
🙂
Muchas gracias Casiana. Interesantes reflexiones que me hacen pensar en mis propios límites, que impongo a mis hijos. Una vez más la pregunta de porqué es más válido lo mío que lo suyo me remueve, y me conmueve
Cuando hacemos un trabajo profundo de mirada hacia nuestros hijos, es inevitable que esa mirada retorne hacia nosotros como un círculo. No es novedad que los hijos nos hacen de espejo y que nos aportan los mas grandes aprendizajes. Creo que es legítimo que tanto ellos como nosotros probemos nuestros límites, los replanteemos, los revisemos.
Me alegro que el post te haya llegado a un lugar profundo 🙂 era la idea.
Hola! Super respetuoso! Sin relaciones de poder, sin miradas adultocentricas. Adoro!! En casa hacemos bastante parecido! Que lindo post!
Suche! Me ha gustado eso de «adultocéntricas» 🙂
Gracias por compartir.
Cómo me gusta y cómo me ayuda!!!! Nunca me había parado a pensar en el «orden» de los propios niños. Gracias por este post y por este maravilloso blog. Cuánto aprendo!!!!
:-))
Me gustó mucho el artículo. Lo voy a compartir con la Minga de Familias, que es una comunidad de aprendizaje para familias homeschoolers, y justamente este mes estamos tratando el tema de la importancia del juego. ¡Gracias!
Natalia! Me alegro que pueda aportar algo a vuestro grupo de familias.
En este Blog hay mucho material muy potente sobre el juego.
Un abrazo
Muy revelador. Mil gracias. Me ha hecho reflexionar
Hola, me ha gustado mucho este artículo porque tengo bastantes dudas alrededor del tema del juego. Mi peque tiene 2 años y 9 meses y apenas se entretiene solo, requiere constantemente nuestra presencia y estar activos en su juego, cuando está solo pasa un cuarto de hora y se cansa. Nosotros jugamos habitualmente con él, pero no se hasta qué punto evitamos su juego libre o deberíamos ‘presionar’ más para que jugara solo. Uno de los juguetes que habíamos pensado pedir a los Reyes son los nins pero me da miedo que no muestre ningún interés… Me podrías asesorar un poco?
Muchas gracias