Todo el mundo busca la felicidad creyendo que está en la obtención de ciertos deseos. Pensamos que es algo proyectado sobre el futuro. Muchas personas creen que serán felices por fin cuando tengan una casa más grande, cuando ganen más dinero, cuando encuentren a su alma gemela…
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Pero la felicidad no está en la obtención de un deseo, no está en las cosas, ni en el futuro. Así sería imposible alcanzarla, porque el futuro nunca es hoy. Además, si la felicidad estuviera realmente ahí, ¿por qué, cuando logramos ese deseo, la felicidad y la alegría de conseguirlo es tan efímera y no permanece? Porque eso es placer, no es felicidad.
Desde una mirada holística e integral del ser humano (en la que entendemos que tenemos un cuerpo físico, mental, emocional y espiritual), comprendemos que la felicidad es un estado natural del ser que no depende de la mente ni de los logros alcanzados. No deriva de los objetos, ni de lo externo, sino que deriva del interior, de la vida misma. Es una frecuencia de energía elevada que emana desde dentro y está disponible en todo momento.
La felicidad está en la paz mental, en el desapego, en la alegría natural sin una razón particular, en la satisfacción de hacer lo que hemos venido a hacer, poniendo nuestros dones y talentos al servicio de los demás.
Lo podemos observar con facilidad en los bebés. Un bebé, que todavía no tiene una mente elaborada ni condicionada, es alegre y feliz de forma natural, es algo espontáneo que surge de su manera de estar en el mundo. A menos que tenga una necesidad fisiológica que cubrir, como que tenga hambre o sueño, la mayoría del tiempo el bebé está feliz. Porque la felicidad y la alegría están siempre disponibles. Están dentro de cada uno.
¿Por qué buscamos la felicidad constantemente?
Buscamos la felicidad todo el tiempo porque internamente buscamos recuperar el bienestar perdido. Es como un mecanismo automático que se activa para reajustar nuestro equilibrio interior. Es inevitable porque, de forma inconsciente, esperamos volver a sentir la paz mental, la alegría, la felicidad que sabemos que nos corresponde, porque es el estado natural del ser humano, solo que buscamos todo el tiempo en la dirección equivocada.
Desde pequeños nos han programado y condicionado para vivir creyendo que la fuente de felicidad está en el exterior, que tenemos que lograr ciertas cosas para ser felices. Sin embargo, la felicidad y la alegría están siempre presentes en nuestra vida, ahora mismo, sin importar las circunstancias. Descubrirlo está en cada uno.
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¿Qué diferencia hay entre las personas felices y las que no lo son?
Básicamente, en el foco en el que ponen su atención. Una persona infeliz está enfocándose en lo que le falta, en lo que no tiene, en la queja, y se pasa la mayoría del tiempo rememorando el pasado o proyectando sobre el futuro.
En cambio, una persona feliz se enfoca en el aquí y el ahora. Mira un paisaje, disfruta de un té, escucha una canción, toma una respiración profunda y siente una satisfacción enorme. Se siente en paz y, cuando estamos en paz, la alegría natural puede salir.
Una clave muy importante para encontrar esa paz mental es el desapego. El desapego da mucha paz mental. Por eso, una persona feliz no se aferra a las cosas, sabe que su felicidad no depende de ellas.
Otra clave es sentir que está haciendo lo correcto, que es coherente entre lo que siente, piensa y hace. Eso da mucha satisfacción y la vida así se vive más fácilmente.
En definitiva, las personas felices viven fluyendo con el momento presente. Es como una sensación de ir a favor del río en lugar de ir contracorriente sorteando obstáculos con esfuerzo y sacrificio, esperando obtener ciertos resultados o logros en el futuro.
Ritual para gente feliz
Este es un ritual que nos conecta con el presente. Porque la única manera de encontrar nuestra felicidad es en el presente.
Y como el presente, desde nuestras limitaciones mentales, siempre lo vamos a sentir imperfecto o incompleto, de lo que se trata es de encontrar aquellas razones con las que sí estar contentos en este momento. Se trata de apreciar el presente que tenemos.
Centrarte en lo que te gusta, en lo que es bueno para ti, en lo que te nutre. En esas cosas simples o pequeños placeres, a veces inesperados, a veces preparados, que te llenan de satisfacción. En definitiva, en esas vicisitudes que te conectan y te permiten estar presente, en el aquí y en el ahora.
Siempre existen razones suficientes para estar contentos con lo que tenemos ahora, y esto lo podemos hacer consciente a través de un pequeño ejercicio matinal o vespertino muy sencillo.
Podemos encender una velita para conectarnos con nuestro interior. Observar la llama de una vela es una de las formas más fáciles de entrar en conexión con nuestro ser esencial.
Mientras la contemplamos unos instantes en silencio, hacemos al menos tres respiraciones profundas, llevando el aire hasta el fondo del vientre y exhalando por la boca, visualizando como soltamos cada vez todas las tensiones o preocupaciones que podamos tener del día.
También podemos inhalar en ese momento un aceite esencial floral o cítrico (como lavanda o naranja), cuyo aroma activará nuestro sistema límbico, esa parte del cerebro encargada de la gestión emocional y la atención, y nos elevará y conectará más con el instante presente.
A continuación, llevamos nuestra atención a lo que hay ahora en nuestra vida que apreciamos profundamente y damos las gracias por ello. Llevamos las manos a nuestro corazón hasta sentir como esa energía elevada de gratitud nos envuelve. Después, abrimos los brazos hacia afuera en un gesto de apertura y ofrenda hacia la vida. De esta manera, activamos nuestro chakra del corazón.
Si lo convertimos en un hábito diario, cambia radicalmente nuestro estado mental, nos trae paz y eleva nuestra vibración hacia la ligereza y la alegría natural.
Beneficios de los rituales
Un ritual es la creación de un espacio y momento dedicados a lograr un fin deseado, que se trabaja mediante la atención plena puesta en la intención de lograrlo y una serie de acciones dirigidas a reforzar esa intención.
Un sencillo baño relajante ya es un ritual, pues tiene la intención de conseguir relajación y descanso. Y, para ello, realizamos una serie de acciones que, en sí mismas, refuerzan esa intención y predisponen a nuestra mente a enfocarse en ello. Por ejemplo, en el caso del baño, solemos hacer cosas como: encender el grifo, atemperar el agua, poner música, elegir un aceite esencial y unas sales, encender una vela…
Todas estas acciones lo que hacen es preparar nuestra mente para que, cuando finalmente entremos en la bañera, nos relajemos con mucha más facilidad.
Además, los rituales aumentan su efectividad si se repiten periódicamente, porque nuestra mente, al reconocer el ritual, se entrena para saber lo que debe hacer, y todas las acciones de enfoque se acaban dando con mayor fluidez y rapidez.
Esto quiere decir que, por ejemplo, una persona que toma un baño relajante cada semana tendrá mucha más facilidad para relajarse y acallar su mente cuando tome el baño que otra que solo lo hace puntualmente. Por eso, los rituales son importantes y, realizados con consciencia, muy poderosos.
Otros beneficios de introducir la práctica ritual en nuestra vida:
- Nos conecta con el momento presente.
- Aporta orden, armonía y belleza en nuestro día a día.
- Ayuda a la integración de ambos hemisferios cerebrales, lo cual nos da más claridad, enfoque y, también, balance emocional.
- Aumenta la apreciación por la vida, aporta un sentido y valor a lo que hacemos.
- Refuerza el poder de nuestra intención, lo que ayuda a desarrollar hábitos mentales saludables que nos favorecen.
- Es una manera fácil de autocuidado que atiende a todas las partes de nuestro ser, nos invita a un autocuidado profundo, de escucha interna y conexión con nuestro centro.
- Aumenta la sensación de placer, gozo y disfrute de los momentos cotidianos.
Además de estas herramientas que te he compartido, también quiero contarte que he abierto mi nueva escuela/membresía.
OMNIA, significa ‘todo’ en latín.
Y esto tiene un doble sentido, porque el enfoque de OMNIA es el de mi método holístico.
Es decir que abarca todas las dimensiones del ser (cuerpo, mente, emociones, energía) fusionando saberes ancestrales con psicología moderna y herramientas energéticas.
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