Muchos de nosotros hemos crecido con el discurso de fondo de una madre que se ha sacrificado mucho por nosotros. Mamás que dejaron de trabajar para cuidarnos, que se privaban de casi todo para que no nos faltara de nada, para que tuviéramos estudios y pudiéramos ser alguien en la vida, para que tuviéramos las oportunidades que ellas nunca tuvieron…
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A veces ese discurso ha aparecido en momentos de crisis, como reproche, como reclamo, como manipulación inconsciente.
Me recuerdo a mí misma de pequeña gritándole a mi madre que yo no le había pedido que se sacrificara tanto por mí.
Y es que un niño/a no necesita una mamá que se sacrifique. Necesita una mamá que se sienta bien consigo misma, que disfrute de la vida, que desarrolle su don, que cuando esté presente y disponible esté equilibrada y en paz, y le ofrezca su amor incondicional.
El sacrificio de las madres
El otro día Sunflower me devolvió algo que me hizo escocer las lágrimas, me dijo: “Mamá, ¿a que ser mamá es muy difícil?” Y me dio mucha pena que ella tuviera conciencia de algo así, sin duda un reflejo mío (te hablé sobre cómo los niños son un espejo de sus padres aquí).
Y es verdad que con las historias de desamparo emocional que arrastramos todas, ser mamá es difícil, a veces desquiciante, otras con el sentimiento de no ser libre, de que llevas una carga pesada encima (como alguna mamá me ha confesado a media voz), de que tienes que sacrificar muchas cosas,… y puede que me haya quejado en voz alta, más de una vez, haciéndole llegar ese eco sutil.
Darme cuenta de ese reflejo me ha dado mucho que pensar; en mi propia infancia, en lo que reflejo de mi propia madre, en los automáticos que activo sin darme cuenta…
Y al igual que no quiero ser una mamá estresada, tampoco quiero ser una mamá sacrificada. Sunflower no se lo merece.
Madres sacrificadas = Madres carceleras
Una madre sacrificada es aquella que renuncia a sus deseos e intereses en nombre del amor que siente por sus hijos/as, y se queja de ello y a veces (no siempre) sufre por ello.
Los niños/as ante la llamémosla infelicidad que perciben de sus madres (y padres) se sienten automáticamente culpables. Aunque no sean capaces de nombrar ni de explicar esa emoción, es lo que les queda en su fuero interno.
Y un niño/a culpable de la infelicidad de su madre puede pasarse toda la vida intentando satisfacerla, haciéndola sentir orgullosa, cumpliendo todos sus deseos, y desconectando de los suyos propios.
Cuando se hace más mayor, ni siquiera sabe si alguna vez tuvo deseos propios que no fuesen los que su mamá sembró sutilmente en su conciencia.
Y esto es terrible.
Porque deja de ser libre. Su madre lo atrapa en una cárcel invisible.
He conocido tantos casos de personas adultas que han crecido en este contexto maternal, yo misma sin ir más lejos.
Pero acaso, ¿tenemos los hijos que devolver de alguna manera lo que nuestra madre nos ha dado o recompensarla por lo que ha decidido dejar, por nosotros?
No.
Cómo NO ser una madre sacrificada
Todo empieza con el ser consciente de una misma, de la historia de la que provenimos, de los mecanismos de funcionamiento que hemos organizado para enfrentar nuestra vida adulta, y algo muy importante, ser consciente de nuestras necesidades.
Y cuando empezamos a serlo, cuando empezamos a mirarnos, podemos ver nuestro cansancio, nuestro enfado, nuestra rabia, nuestra necesidad de mirada externa, nuestros deseos, nuestros miedos,… y solo entonces podemos cuestionarnos si necesitamos un cambio o no o qué hacemos.
Cuando soy consciente de mi misma, es cuando soy verdaderamente libre, y puedo conectar con mi hija sin sacrificio. Me conecto con ella desde la libertad, el disfrute y el amor genuino y conecto también con sus necesidades y puedo satisfacerlas.
Así que ¿ser mamá es difícil? No, es una oportunidad de ser libre.
¿Por qué es tan difícil estar con los niños pequeños? Porque aún necesitamos que alguien nos mire a nosotras. Así de
inmaduras y de desamparadas llegamos a la maternidad. Lo peor es que ni siquiera nos damos cuenta. – Conversaciones con Laura Gutman(Fotos de las esculturas son de Gustav Vigeland en el Parque Vigeland de Oslo)


3 respuestas
Hola Agua Marina y lectoras! 🙂 justo hoy a raíz del comentario de una mamá ( yo lo doy todo por ella y ella no para de lloriquear…), estaba pensando en escribir algo sobre maternidad y sacrificio…gracias por ponerlo en palabras. Darlo todo, sacrificarse…es una manera de encarcelar al hijo/a, dándole una carga demasiado pesada para que pueda, llegado el momento, volar libre y ligero. Un beso!
Gracias Aguamarina por este post! Comparto tanto! Por un lado me recuerdo mil veces reprochando esto a mi madre, quién dejó completamente de trabajar cuando yo nací, y volvió recién después de 26 años a hacerlo… De la culpa y la búsqueda de satisfacer a la madre que ello conlleva ni hablemos…Ahora como madre, por un lado pude comprender sus decisiones y sanar el vínculo con mamá (aunque ya no está en este plano). Recién después de esto, puedo ver lo importante de estar en el aquí y ahora de cada momento con plena consciencia (en el trabajo trabajando, con mi hija maternando, en reuniones con amigos disfrutando del intercambio, y así). Y creo totalmente que esa plenitud en cada ámbito la maman nuestros hijos y los hace libres, como tu dices. Ema me ve irme a trabajar feliz, y regresar feliz, y nunca me ha dicho «no te vayas a trabajar mami», ni cosas por el estilo. Por otro lado, me ha pasado de sentir algunas cuestiones como un verdadero sacrificio y eso me ha servido de «alarma» para repensar mi decisión; sin ir mas lejos me pasó con la lactancia en las madrugadas, que luego de 17 meses se me empezó a hacer muy cuesta arriba. Ya no disfrutaba de despertarme cada 2 horas a dar de mamar y además congelarme mientras lo hacía deseando que aquello termine de una vez para volver a dormir. Me costó pero fue justamente el vivirlo como un sacrificio lo que me permitió ver que tenía que lograr con Ema «un nuevo arreglo» sin teta nocturna. Y una vez tomada la decisión libre de culpas fue sencillo y lo hicimos juntas. Me nutro mucho con todo lo que vuelcas en tu blog que es realmente lo mejor por lejos que he encontrado en mis búsquedas sobre crianza!!! Gracias!
Hola, un post muy interesante, yo no crecí sintiendo ese reproche de mi madre. No lo viví así, pero aun así de manera muy consciente no quiero tenerlo con mis hijos. Soy madre, soy feliz de serlo pero necesito unos mínimos a parte para sentirme bien con mi vida y los tengo. Por mi propio bienestar y el de mi familia.